Texto y fotografías de El Mundo en tu Bolsillo
Gran parte del pasado año 2020 nos tocó cerrar nuestras maletas, durante muchos meses hemos soñamos cuando volver a llenarlas y poder perdernos nuevamente en nuestro particular mapa de lugares y experiencias. Después de hacer una escala en la que nos ha tocada hacer una pausa, vemos como el turismo se va adaptando y reinventando, para que este 2021 podamos volver a viajar con la suficiente seguridad y sostenibilidad.
Este año el turismo nacional será la tendencia, España nos ofrece un sinfín de lugares, en el que sus paisajes recrean rincones de otros continentes, uno de ellos es la pequeña isla paradisiaca de Formentera, un destino que este año nos ofrecerá todo lo necesario para disfrutar de todo su entorno de ensueño, de impresionantes playas de arenas blancas, bañadas por aguas turquesas y espectaculares calas rocosas de transparencia infinita, donde no tienen nada que envidiar al lejano Caribe. Aunque este oasis tan solo tiene 29 Km de oeste a este, ofrece multitud y variadas opciones para poder alojarse en la isla.
Lejos del bullicio típico veraniego y aglomeraciones playeras, uno se rinde ante los encantos de Formentera, bien le vale el apodo de “El último paraíso del Mediterráneo”, un lugar en el que parece que el tiempo se pare, y donde invita a dejar soñar la mirada en el horizonte.
Al tratarse de una isla casi plana, la hace ideal para visitar en bicicleta o ciclomotor, su punto más alto se ubica en El Pilar de la Mola, a 192 metros de altitud, es el lugar más alto y por donde se asoman bellas panorámicas de todo el territorio. Cerca de la Mola se asoma su imponente faro a pies de un acantilado, sus vistas sobre el Mediterráneo lo hacen uno de los lugares predilectos para ver las puestas de sol, curiosamente existe un monolito en honor a Julio Verne, cuentan que se inspiró en este faro para escribir su obra “el faro del fin del mundo” que aunque nunca llego a estar en la isla, describió el lugar con gran precisión.
En el lado contrario del islote se ubica otro los puntos más emblemáticos, el faro del Cap de Barbaria, envuelto en una atmosfera mágica, entre un paisaje casi lunar rodeado de un mar infinito y otro lugar predilecto para admirar los atardeceres.
Los pequeños municipios que conforman Formentera, han sabido integrarse con el paso de los años en el entorno natural que los rodea, sin sobrepasar los límites racionales del ecoturismo. Sant Francesc y Sant Ferran se caracterizan por su animada agenda cultural y musical. El Pilar de La Mola, se celebra el 
domingo el famoso mercado artesanal, amenizado por música. Es Pujols, es el enclave más turístico de la isla, aquí se concentran buena parte de los alojamientos, restaurantes y locales de ocio.
Aunque Formentera sea una isla de pequeñas dimensiones, ofrece multitud de actividades para quienes quieran explorarla tanto por tierra como por mar. Sus circuitos verdes, con más de 30 rutas polivalentes, invitan a descubrir lugares insólitos, caminar sobre restos de empedrado romano, admirar las tradicionales casas “payesas” y disfrutar de la abundante vegetación de la isla, caracterizada por el contraste de pinares, sabinares, dunas, zonas de cultivo y hierbas aromáticas, entre calas de ensueño y acantilados vertiginosos.
De igual forma, el litoral posee unas condiciones magníficas para la práctica del kayak, además de ser la única forma de acceso a las recónditas cuevas y paisajes generados por la erosión del viento y el mar en sus rocas. La navegación a vela también permite llegar hasta lugares idílicos, con la ventaja de que las distancias son relativamente cortas para recorrerla de norte a sur en un cerrar y abrir de ojo.
El único modo para acceder a la isla es en barco, desde Ibiza en tan solo 30 minutos, y durante los meses estivales se programan varias conexiones entre Formentera y Denia con una duración de 2h.
