Texto y fotos. Bike Experience Tours
Sobre la extensa sabana, sobresale la cumbre nevada del majestuoso monte Kilimanjaro con sus 5.895 m de altitud, el conocido “techo de África”. Montaña muy particular formada por tres conos volcánicos, Kibo, Mawenzi y el pico Shira, encierra diversos ecosistemas donde habitan muchas especies animales algunas en peligro de extinción. Sus diferentes climas, suelos y vegetación hacen que el Kilimanjaro sea uno de los lugares mágicos del planeta.
Pensar en esta montaña, irremediablemente evoca en nuestra mente paisajes de ensueño, con maravillosos safaris con los que disfrutar de la vida animal más salvaje del continente. Pero también, sus laderas acogen a varios pueblos muy emblemáticos de África, es el hogar de los Maasai, guerreros y pastores cuya riqueza sigue midiéndose en la actualidad por el tamaño de sus rebaños. Junto a ellos, comparten territorio los Chagga, según cuenta la leyenda, fueron ellos los que bautizaron a este maravilloso volcán con el nombre de Kilimanjaro.
“….los ancianos del poblado querían descubrir qué misterio se escondía detrás de aquellas nubes en la gran montaña. Para ello, enviaban a los jóvenes para intentar desvelar lo que allí se escondía, pero tras muchos esfuerzos físicos a temperaturas muy bajas, ninguno de ellos podía alcanzar su cima, siempre regresaban con la misma respuesta… “un viaje imposible” que en su lengua se traduce como “Kilimanjaro”….”
Lo que sí es cierto, es que los alrededores de este volcán el suelo es muy fértil para el cultivo, y por ese motivo tanto los Maasai como los Chagga son más sedentarios, abundan plantaciones de bananas y de café, motivo por el que hoy más que nunca, defienden su espacio para mantener con éxito sus tradiciones y su cultura, luchan contra la deforestación y el cambio climático, que provocan sequías o lluvias prolongadas que les influye en su vida.
Lo cierto es que pastores, guerreros y agricultores tienen que seguir defendiendo el dominio de su sabana en las próximas décadas, y además viéndose obligados a convivir con la fauna más salvaje por las limitaciones de su espacio, condicionado por los Parques Nacionales de Serengueti y Masai Mara.
Nuestra pasión por viajar y por saber, nos ha convertidos en afortunados, por descubrir todas estas maravillas a pie, en globo, en vehículo 4×4, pero también lo hemos querido hacer en bicicleta, porque este medio de transporte sostenible es una nueva forma de conectar con la naturaleza y que nos permite vivir una increíble aventura.
Dos mujeres, pioneras en cumplir un reto en el Kilimanjaro
Hacía ya un par de años que nos planteamos dar la vuelta al Kilimanjaro en bicicleta, pero lo que realmente nos despertaba mucha pasión era llegar hasta su campo base, Kibo a 4.700 m.
Tras muchos intentos fracasados por la tramitación de permisos, tan sólo hace un año que la organización que regula los parques nacionales en Tanzania, se replanteó la propuesta y se empezó a perfilar una posible ruta para llegar en bicicleta al techo de África.
Fuimos pioneros en inaugurar la ruta Kilema que está especialmente destinada a pedalear porque no tardamos mucho tiempo en tomar la decisión para vivir una experiencia diferente.
La ruta Kilema comienza en Marangu Gate a 1.880 m, entre asfalto y pista te vas sumergiendo en preciosos paisajes tropicales, que dan paso a pequeños y pintorescos pueblos con sus mercados, donde puedes reponer fuerzas degustando ricas frutas locales y así llegar al campamento Kilema, situado a 2.900 m. con mucha más energía.
En esta cota ya, casi 3.000 m, tenemos presente en cada momento el tema de la altitud, porque es importante en el Kilimanjaro como cualquier otra montaña, subir con la ambición de llegar a la cumbre con una actitud positiva, pero también con dosis de humildad para saber darnos cuenta cuando no podemos continuar. Si eso ocurre, ¡no pasa nada!, la montaña permanecerá allí para la próxima vez, habremos acumulado una nueva experiencia y nos habrá regalado maravillosos paisajes.
Aquí rodeados de un exuberante bosque tropical, se encuentra el primer campamento. Como corresponde a tal ecosistema, la noche fue muy lluviosa dando paso a un amanecer de tinieblas, donde era difícil vislumbrar la pista por la que tuvimos que ciclar unas horas más.
Lo cierto es que muy lentamente atravesamos la densa niebla, y el paisaje se transformó en un desierto alpino sin apenas vegetación. Fue el primer síntoma para saber que el campamento de Horombo, situado a 3.700 m estaba cerca, y allí pasaríamos las dos próximas noches.
Al llegar, lo primero que recibimos fue un caluroso recibimiento de todos los porteadores y guías, bailes típicos, canciones locales y aplausos por saber el esfuerzo que estaba suponiendo el ciclar a tal altitud, además su admiración de saber que eran dos mujeres las protagonistas de tal aventura.
Una impresionante puesta de sol, sobre el “mar de nubes”, un espectáculo de la naturaleza que realmente justifica todo el esfuerzo pasado, dio paso a una divertida cena junto a todo el equipo. Momentos entrañables, que se guardan en nuestra memoria, y que contribuyen a que el viaje sea una aventura increíble.
Amanecimos muy temprano y nada más abrir la puerta de la cabaña, nuevamente ante nuestros ojos, otro capricho de la naturaleza, a un lado el pico Mawenzi, al otro Kilimanjaro con su cumbre absolutamente nevada, por el otro un espectacular mar de nubes cubriendo todo el bosque que rodea los pies de este volcán.
Así nos dispusimos a disfrutar del día dejando eso sí, la bicicleta aparcada. Hoy es el día de aclimatación y a las órdenes de nuestros guías nos dispusimos a seguir sus sabios consejos, “pole-pole” que en “swahili” significa, despacio, y nada mejor que caminar muy lentamente para intentar no acelerar el corazón y saber que el día de aclimatación significa eso precisamente, vivir a ritmo muy tranquilo, intentar que nuestro cuerpo se adapte a la altura.
Subimos hasta el campo base del pico Mawenzi, quizá unos 700-800 m de desnivel, pero cuyo paisaje y posteriores vistas sobre el Kilimanjaro nos dejaron fascinados.
El resto del día lo dedicamos al descanso para afrontar la subida del día siguiente hasta el campo base, Kibo a 4.700 m.
Un sendero que se fue abriendo a un paisaje desértico, fue la gran diversión de la mañana. A ratos en bicicleta y otros con ella al hombro, fuimos avanzando hasta Kibo, considerado símbolo de la esperanza y de la suerte. Ambas cosas necesarias cuando aún quedan unos 200 m exigentes para llegar al refugio.
Ni que decir tiene, que los síntomas del mal de altura se agravan, por eso muy temprano conviene estar descansando pese a la inquietud de saber que sobre las 01.00 de la madrugada, será la hora clave para comenzar la ascensión.
El reloj marcó la 01.00h de la madrugada, con decisión y altas dosis de entusiasmo nos pusimos en pie para afrontar una exigente subida de unos 3 km de distancia, pero con un enorme desnivel en el que el terreno de ceniza suelta y piedra, que solo te permitía caminar con mucha dificultad, por un ficticio sendero en forma de zigzag que te conduce hasta Gilman’s Point situado en el borde del cráter.
Caminar lentamente incrementa las posibilidades de llegar al pico Uhuru, por eso lo hicimos a ritmo de las canciones que nuestros guías cantaban, también para hacernos “olvidar” el frio intenso al que nos estábamos enfrentando. Pero el tiempo juega a tu favor y sobre las 4.30h, contemplamos cómo en el horizonte se estaba transformando con una luz anaranjada, los primeros rayos de sol estaban a punto de aparecer, y eso es lo mejor que te puede pasar para que la temperatura comience a subir.
¡Ni que decir tiene que este tramo es absolutamente no ciclable!, la bicicleta ha de ser porteada hasta Gilman’s Point, desde aquí y en función de la climatología y del estado del hielo y de las fuerzas de cada uno… Podríamos ciclar hasta el pico Uhuru.
¡Por fin Gilman’s Point!, nos recibió al amanecer con un cielo azul intenso y un paisaje de glaciares.
Realmente momentos estremecedores que te llenan de satisfacción, y encuentras sentido a lo pasado durante toda la madrugada. Es tal el entusiasmo y la maravillosa montaña el regalo que te hace, que ya no eres capaz ni de valorar, las dos horas más que aún quedan hasta ver el ansiado cartel que dice: “Congratulations. Uhuru Peak 5.895 m” y este es el gran momento donde el cansancio y agotamiento acumulado se transforma en emociones, sonrisas, lágrimas, felicitaciones, fotos y un baño de enorme satisfacción y alegría que compartes con todo el equipo.
Felicidades porque el esfuerzo ha merecido la pena, lo hemos conseguido ¡en realidad, la montaña nunca defrauda, y sentirte en el punto más alto de África rodeado de un indescriptible paisaje es absolutamente estremecedor. Sin duda, es un momento mágico.
En escasos minutos comenzamos el descenso hasta el campo base, el frio allí arriba es tal, que en unos minutos tienes que despedirte de todo para iniciar una divertida bajada por la ladera de ceniza y piedra suelta. Unas horas de “trail running”, trekking y mucha paciencia hasta llegar de nuevo al refugio de Kibo, donde nos espera un ligero almuerzo y la bicicleta para comenzar el descenso por la ruta Rongai.
Bonitas y divertidas pistas serpentean a los pies del Kilimanjaro y por las laderas del Mawenzi. Suaves colinas que te hacen disfrutar de la bicicleta, increíblemente rodeados de un paisaje mágico y único en el mundo.
Después del largo día, llegamos con alegría al campamento en Second Cave, donde pasaremos la noche en tienda. Una suculenta cena para celebrar nuestro éxito, embriagados por la felicidad de haber conseguido nuestra cima, descansamos intensamente de las casi 24h que llevamos sin dormir y en constante actividad.
Pero la sorpresa está por llegar al día siguiente, con los primeros rayos de luz, cuando abres la tienda y contemplas que has dormido a los pies del Kilimanjaro. El escenario no puede ser más perfecto para disfrutar del último desayuno antes de continuar el descenso, rodeados de densa vegetación y gran variedad de especies endémicas, en cada paso sentimos que la aventura está llegando a su fin.
En la puerta Rongai se da por terminada esta expedición; fotos para el recuerdo, despedidas, lágrimas de alegría y mucha emoción para despedirnos de un grupo de amigos que siempre llevaremos en nuestro corazón. Muchos agradecimientos, porque sin ellos, esta aventura jamás podría llevarse a cabo.
El Kilimanjaro una de las montañas más visitadas por los amantes del trekking.
Oficialmente existen 6 rutas abiertas, Marangu, Lemosho, Shira, Machame, Umbwe y todas ellas muy atractivas, en refugios o en tienda de campaña, entre 6 y 7 días de dificultad media-alta. Trekking y Aventura ofrece todas ellas y sobre todo nos invita a que exploremos las rutas menos transitadas, aún puedes caminar tu sólo por ellas…
Las mejores Rongai o Shira tanto para asegurar la aclimatación como el paisaje que en ellas se esconde.Si además les añadimos un merecido safari en vehículo 4×4, la experiencia será maravillosa al descubrir.
La inmensidad del Serengueti, donde la tierra parece no tener límite, sumergirnos en el corazón del exuberante Ngorongoro, visitar el “pequeño” y maravilloso parque Nacional de Tarangire o el Lago Manyara son las mejores opciones.
Pero también si valoras la libertad, quieres viajar a un ritmo diferente sin pasar muchas horas en un vehículo, el safari en bicicleta es una opción muy innovadora, tanto como la iniciativa que propone “Active Woman” diseñando viajes para mujeres activas, combinando aventura y deporte en naturaleza. Un proyecto que persigue aumentar la participación de la mujer en el turismo para mejorar su calidad de vida personal, profesional y social, en definitiva, su independencia.